Las primeras Navidades sin tí
Se acercan las Navidades y deseamos juntarnos con nuestra familia, reunirnos con amigos, vecinos para compartir la alegría y el entusiasmo; en definitiva, las ganas de vivir... vestimos de colores bonitos y brillantes las mesas y todo los elementos que envuelven esta época; ya sea el árbol que plantamos en un lugar especial de la casa, el balcón que asoma a la calle o las calles mismas llenas de luces, la chimenea cobijando con su calor el hogar. Festejamos con deliciosos y variados platos, todos ellos preparados con mimo y cariño para ofrecer y deleitar a nuestros seres queridos. Se trata de compartir esos momentos que nos llenan, todavía más, de vida. Todo ello un símbolo del amor y la esperanza que habita en nuestros corazones.
Pero cuando un ser querido fallece todo cambia y luce diferente. Recuerdo la primera Navidad sin mi abuela... todo lucía distinto porque aunque nos reunimos con ilusión había y se sentía el manto de su ausencia. Su recuerdo estaba en cada uno de nosotros y la extrañábamos y mucho. En muchos momentos anidan dentro de nosotros la tristeza y la nostalgia por lo que fue y ya no es.
El primer año tras la pérdida es el más complicado porque es reciente la misma y, sobretodo, porque es la primera vez de todo tras el fallecimiento (cumpleaños, celebraciones varias pero, con más calado, la celebración de la Navidad). Es importante que tengas en cuenta que en esta primera Navidad, sin esa persona especial, no tienes obligación de hacer o quedar bien con persona alguna. Puedes y estás en tu derecho de celebrar o no celebrar el festejo, quedarte en casa o salir...es tu duelo y lo tienes que vivir como mejor lo sientas y a tu ritmo. Si hay niños por casa como es mi caso es importante buscar alternativas para que ellos puedan, dentro de su duelo, disfrutar de las fechas porque recordemos que nuestro dolor no tiene porqué apagar la alegría de los demás.
¿Qué podemos hacer durante estas fechas para que sean más llevaderas?
* Regálate un ratito para tí: busca un lugar donde sentarte o tumbarte y deja que surja la emoción que sea. Las Navidades nos afloran las emociones y, tras la pérdida de un ser querido, todavía las tenemos más a flor de piel. Observa su movimiento y déjalas, no juzgues y sé, simplemente, un observador...te sentirás más aliviado.
* Revisa en tí qué preferencia tienes acerca de cómo celebrar la Navidad. Te apetece compartirla con alguien o prefieres vivirla a solas. Haz partícipes de tu decisión a la familia para que conozcan tu postura ya que no saben qué es lo que prefieres.
* Puedes llevar a cabo alguna actividad como recordar momentos compartidos, escribir en alguna tarjeta alguna frase que os identifique, ver fotografías o escuchar alguna de las canciones que le gustaban a tu ser querido. Yo preparé un plato de dátiles con queso de untar las primeras Navidades tras el fallecimiento de mi abuela materna ya que siempre que llegaban estas fechas me lo preparaba con mucho cariño porque sabía que me encantaban y estaba esperándolos. Recordar a nuestro ser querido de alguna forma es traerlo a nuestro presente y hacerlo partícipe de nuestra celebración aunque no esté físicamente. También podéis hacer algún adorno navideño para la casa o para el árbol de Navidad ... todo esto siempre y cuando os sintáis cómodos con ello. Recuerda que puede que no estés todavía preparados para ello y está bien; pero si tu familia está cómoda tienen derecho a hacerlo.
* También podéis colocar una vela o luz en su memoria y que ilumine el espacio donde estáis, compartir algún pensamiento o expresar lo que os venga y os apetezca. Es importante que sepas que las emociones lo más seguro es que aparezcan y pueden ser emociones de tristeza, llanto, pena…pero, también pueden venir emociones de alegría, calma y sonrisas. Permite que afloren, no les temas, y no te sientas culpable por ello. Si alguien no se siente cómodo o no puede sostener lo que siente que se retire, busque un espacio donde respirar y calmarse. No juzguemos por cómo nos deberíamos de sentir.
Agradezcamos por todo lo compartido y celebremos la vida. Aunque nuestro ser querido ya no esté, si observamos a nuestro alrededor, veremos a los que sí están con nosotros. No te quedes sólo con la ausencia. La vida es para vivirla y los que marcharon no tuvieron, nunca, la intención de partir y dejarnos de huella la tristeza.