Estoy en duelo…
… pero no quiero vivirlo!
Vivir el duelo tras la pérdida de un familiar o de algo que para nosotros era importante es una de las experiencias más angustiosas pero es inevitable al ser humano. Cualquier persona que haya tenido una pérdida habrá transitado su duelo y, de no haber complicación alguna, pasará por estados de aflicción, rabia, ira, enfado, tristeza… llegando a un momento en el que se integre y acepte la pérdida y se siga adelante.
Pero … ¿qué sucede si no quiero vivirlo? aquí nos colocamos ante la aparición de un duelo negado y rechazado que se quedará encerrado dentro de nosotros sin posibilidad de ser visto. Esto no significa que desaparezca ya que el impacto emocional sí se ha vivido. Podrán pasar días, semanas, meses e incluso años, pero lo que sí es seguro es que cuando salga lo hará con mucha más fuerza e intensidad que cuando apareció por primera vez. Tenemos que tener en cuenta que ante la pérdida nuestro mundo emocional se tambalea y surgen emociones y sentimientos que, posiblemente, hasta ese momento no los habíamos vivido de esa forma y sean abrumadores pero si surgen es para que les permitamos salir al exterior y no los tapemos como si nada.
Llorar, para mí, es la forma más gratificante de permitir que el dolor se exprese a través de las lágrimas. Éstas son terapéuticas y limpian el alma. Cuando lloramos nos volvemos vulnerables y, en medio de esa vulnerabilidad, es cuando podemos ir creciendo y caminando en el duelo. El enfado, la rabia, la ira, cualquier emoción que surja tiene debajo la TRISTEZA porque hemos amado y mucho.
Es muy importante y necesario no negar la realidad de la pérdida y, como hemos amado o hemos tenido un vínculo especial, es normal que nos duela.
¿Cómo te puedo ayudar?
Esta frase de la Dra. Kübler-Ross ha acompañado a numerosas personas, tanto a pacientes suyos como a sus familiares a la hora de transitar el duelo.